Encomienda
Pareciera que están en todas partes
las partes no incineradas de los sueños
de quienes quedamos vivos:
El sol —prefijo de la edad—,
la penúltima diástole del paro cardiaco
—lágrima herencia de uno mismo—.
Su compasión lía, cual red de precipicios,
los extremos del salto al instinto trapecista.
Su perpetua retórica es mañana de otra época
que, como ésta, nunca me perteneció.
Envuelta en el disfraz de la razón por sobre los latidos,
la promesa de mi agonía parpadea ante tus ojos
y mientras duerme aún inventa que sonríes
cuando eres cenizas.
Si tu muerte no ahoga mi alma, si se desborda
el duelo y en mis mejillas consigue sostenerse una palabra,
si de mi vientre nace la poesía, en algún momento le diré:
“Hija, tienes que vivir… tranquila”.
Encomenda
Parece que estão em toda a parte
as partes não incineradas dos sonhos
dos que ficamos vivos:
O sol -prefixo da idade-,
a penúltima diástole da paragem cardíaca
-lágrima herança de si mesmo-.
Sua compaixão, tal rede de precipícios,
os extremos do salto ao instinto trapezista.
Sua perpétua retórica é manhã de outra época
que, como esta, nunca me pertenceu.
Envolta no disfarce da razão sobre o batimento cardíaco,
a promessa de minha agonia pestaneja diante dos seus olhos
e enquanto dorme ainda inventa que sorris
quando és cinza.
Se a tua morte não afogar minha alma, se transbordar
o luto e nas minhas bochechas conseguir sustentar-se uma palavra,
se do meu ventre nascer a poesia, em algum momento lhe direi:
"Filha, tens que viver... em sossego".