La
casa del dolor
Es
posible que el dolor sea una casa
de
techo altivo y puerta con cerrojo,
donde
estás tan a gusto, a veces,
que
no escuchas el filo del acero
rasgando
los tapices,
suspenso
por el aire perfumado:
es
heliotropo mezclado con azufre,
busca
posarse en los rincones;
la
ventana se alza
entre
el límite y tú.
Arduo
paseo, en el silencio las escuchas,
voces
de otros tiempos,
leña
para el dolor
siempre
hambriento de ti,
exigente
como un recién nacido.
Ya
lo amas.
La
puerta se entreabre y tú la cierras:
No
hay nada que temer.
A
casa da dor
É
possível que a dor seja uma casa
com
teto altivo e porta com ferrolho,
onde
estás tão confortável, às vezes,
que
não ouves a ponta do aço
rasgando
os tapetes
suspenso
no ar perfumado:
é
heliotrópio misturado com enxofre
procura
depositar-se nos cantos;
a
janela levanta-se
entre
o limite e tu.
Árduo
passeio, no silêncio as escutas,
vozes
de outros tempos,
lenha
para a dor
sempre
faminta de ti,
exigente
como um recém nascido.
Já
a amas.
A
porta entreabre-se e tu fecha-la:
Não
há nada a temer.