Mostrar mensagens com a etiqueta cecilia rubio. Mostrar todas as mensagens
Mostrar mensagens com a etiqueta cecilia rubio. Mostrar todas as mensagens

04 janeiro 2023

cecilia rubio

 

VI. Variaciones sobre un caballo


Vivo a caballo de las urgencias. Él constantemente me apura. El otro día se torció una pata en una cuesta apenas empinada, porque también yo lo apuro. Le cubro los lados de los ojos para que no se distraiga, porque hay que llegar a cualquier sitio y el camino es angosto. No me gustaría tener que sacrificarlo como en los cuentos tristes.

Me gustaría decir que tuve un caballo en la infancia, pero no sería cierto; el caballo del que ahora escribo es el único que he tenido. Nos miramos con algo de desconfianza, pues él solo sabe apurarme, y yo le rasco el cuello, la cabeza, tratando de que sea más amable conmigo. Aunque, como he dicho, luego soy yo quien lo apura. Lo cierto es que no nos cuidamos lo suficiente, aunque no podemos separarnos.

Mayakovsky también escribió sobre un caballo, uno maltratado por un cochero. Y aunque no era mi país ni mi caballo, recuerdo a Mayakovsky por ese poema.

El niño le da manzanas al caballo, porque el cochero se lo dijo, que al caballo le gustaban las manzanas. Desde entonces, si le ofrezco una manzana me pide un caballo.

Me gustaría haber tenido en la infancia un caballo. Si hubiera tenido un caballo, seguro yo también lo hubiera perdido y escribiría sobre él como los poetas; lo traería de la infancia, porque de allí todo vuelve convertido en otra cosa.

Me gustaría haber tenido un caballo en la infancia, solo para tener ese recuerdo tibio.



VI. Variações sobre um cavalo


Vivo a cavalo das urgências. Ele apressa-me constantemente. Outro dia torceu uma perna numa colina pouco íngreme, porque também eu o apresso. Cubro-lhe os lados dos olhos para que não se distraia, porque há que chegar a qualquer lugar e o caminho é estreito. Não gostaria de ter que sacrificá-lo como nos contos tristes.

Gostaria de dizer que tive um cavalo na infância, mas não seria verdade; o cavalo sobre o qual agora escrevo é o único que tive. Olhamo-nos com alguma desconfiança, porque ele só sabe apressar-me, e eu coço-lhe o pescoço, a cabeça, com o intuito de que seja mais amável comigo. Embora, como eu disse, depois sou eu quem o apressa. O certo é que não nos cuidamos o suficiente, ainda que não nos possamos separar.

Mayakovsky também escreveu sobre um cavalo, um maltratado por um cocheiro. E embora não fosse o meu país nem o meu cavalo, lembro-me de Mayakovsky por causa desse poema.

O menino dá maçãs ao cavalo, porque o cocheiro lhe disse que o cavalo gostava das maçãs. Desde então, se lhe ofereço uma maçã pede-me um cavalo.

Gostaria de ter tido um cavalo na infância. Se tivesse tido um cavalo, certamente eu também o teria perdido e escreveria sobre ele como os poetas; trá-lo-ia da infância, porque dali tudo volta convertido noutra coisa.

Gostaria de ter tido um cavalo na infância, só para ter essa lembrança quente.