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28 janeiro 2015

carmen juan romero


Ya lo advertiste.
Yo duermo en un lecho de flores secas. Nada
puede
cultivarse en esta tierra. Es por la humedad. Las
raíces se confían, crecen ya podridas. Esa es la
condena, está en el
origen. Si las semillas germinan, teme, porque
nadie
podrá salvar este campo.

Yo duermo
en un lecho de flores secas que crujen cuando
respiro.
Si vas a quedarte
no sonaremos.
Si vas a quedarte
este lecho será el silencio y el huerto yermo.

Ya lo advertiste.
Volarán proféticas golondrinas hasta tu cuarto,
se desintegrarán pronunciándome y sabrás, es
el castigo, es el castigo por lucir mi nombre en
el pecho.

Los valientes son los malditos.
La indiscreción se paga con plasma infectado.
La imprudencia se paga habitando el virus.

De modo que la escena es la siguiente:
ella (yo) armada como se arman los idiotas, ya
saben,
un papel
algo con lo que arruinarlo
una coraza de viento
la boca, eso sí, la boca
cubierta por una cinta para que calle
cubierta por una cinta porosa para que entre el
aire.

Ella (yo) dice
de acuerdo
asumo
silencio.

Vendrán la enfermedad y el castigo.

Ya lo advertiste.

De modo que el discurso es el siguiente:
soy demasiado joven para agitarme en el aire
pañuelo de despedida blanco como las palmas
de las niñas blanco
soy
demasiado joven para no ser valiente
demasiado joven para no ser estúpida
demasiado joven para no estar maldita

soy
demasiado joven
para no dar de comer a la bestia
para no alimentar desde estas manos blancas la
psicopatía

Vendrán la enfermedad y el castigo.
Ella (yo) estará esperando.


Já avisaste.
Eu durmo num leito de flores secas. Nada
se consegue
cultivar nesta terra. É da humidade. As
raízes confiam, crescem já apodrecidas. Essa é a
condenação, está na
origem. Se as sementes germinam, teme, porque
ninguém
poderá salvar este campo.

Eu durmo
num leito de flores secas que rangem quando
respiro.
Se ficas
não soaremos.
Se ficas
este leito será o silêncio e o horto ermo.

Já avisaste.
Voarão proféticas andorinhas até ao teu quarto,
desintegrar-se-ão pronunciando-me e saberás, é
o castigo, é o castigo por luzires o meu nome no
peito.

Os valentes são os malditos.
A indiscrição paga-se com plasma infectado.
A imprudência paga-se habitando o vírus.

De modo que a cena é a seguinte:
ela (eu) armada como se armam os idiotas, já
sabem,
um papel
algo com que arruiná-lo
uma couraça de vento
a boca, isso sim, a boca
coberta por uma cinta para que cale
coberta por uma cinta porosa para que entre o
ar.

Ela (eu) disse
yudo bem
assumo
silêncio.

Virão a doença e o castigo.

Já avisaste.

De modo que o discurso é o seguinte:
sou demasiado jovem para agitar-me no ar
lenço de despedida branco como as palmas
das meninas branco
sou
demasiado jovem para não ser valente
demasiado jovem para não ser estúpida
demasiado jovem para não estar maldita

soi
demasiado jovem
para não dar de comer à besta
para não alimentar com estas mãos brancas a
psicopatia

Virão a doença e o castigo.
Ela (eu) estará à espera.