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30 dezembro 2009

marielos martz

Sería genial hacer el amor como los trapecistas,

montarnos en un columpio celeste
y dejar que nuestros sexos
-suspendidos en las alturas-
choquen de un lado al otro
como el péndulo de un reloj que marca el vértigo exacto
al desafiar la caída
de un ser desdoblado.

Casi todos hacemos el amor en la cuerda floja.
Sobre un hilo.
La mujer y el hombre
deben mantener el equilibro constante
en el peligroso hábito -como una cuerda floja-
para no caer al abismo
en la cuerda floja se desvisten,
en la cuerda floja se abrazan y se besan,
en la cuerda floja
se acuestan y se penetran,
y en la cuerda floja se quedan y se aman.

Los acróbatas, cuando se enamoran
dan saltos morales
y marometas infinitas.
Los acróbatas hacen el amor
dando vueltas de carrusel.

Entre broma y broma la verdad se asoma
y son los payasos los que al terminar el espectáculo
se tapan con la carpa del circo
y se aman como nadie en este mundo puede hacerlo.
Despojándose de las pelucas de colores
y los trajes vistosos que forman un arcoiris en el lecho.
Con su maquillaje corporal pueden lubricarse,
y con los trucos lúdicos,
alcanzar el orgasmo.

El amor entre contorsionistas es el más sublime.
Los dos conscientes de su flexibilidad,
al dar y recibir
elásticamente
enredan sus cuerpos
llegando a los rincones más inverosímiles
del placer.

Cuando un domador y una domadora de leones se aman,
mutan sus cuerpos:
son látigos de sus cuerpos fieras.
Son dominantes dominados que dominando se dominan.
Son bestias buscando el dominio
de sus sexos dominantes
dominados de dominadores de leones.

Los malabaristas cuando se aman,
hacen uso de toda su destreza
para pasar
de una mano a la otra:
las clavas del sexo.
Los malabaristas le hacen malabares a la muerte
y entretienen al tiempo mientras hacen el amor.

Cuando se aman, por ejemplo, los presentadores del circo,
tienden a presentarse:
sus anhelos, sus debilidades,
pero sobretodo
presentan sus cuerpos
-público excitado-
ante la expectación de sus sexos.


Circo Os corpos

Seria extra-vento fazer amor como os trapezistas,

montarmo-nos num balancé celeste
e deixar que os nossos sexos
-suspensos nas alturas-
choquem de um lado ao outro
como o pêndulo de um relógio que marca a vertigem exacta ao desafiar a queda
de um ser desdobrado.

Quase todos fazemos amor na corda bamba.
Em cima de um fio.
A mulher e o homem
devem manter o equilíbrio constante
no perigoso costume – como uma corda bamba –
para não cair no abismo
na corda bamba se despem,
na corda bamba se abraçam e se beijam,
na corda bamba
se deitam e se penetram
e na corda bamba ficam e se amam.

Os acrobatas quando se enamoram
Dão saltos mortais
e infinitos funambulismos.
Os acrobatas fazem amor
dando voltas de carrossel.

De brincadeira em brincadeira a verdade espreita
e são os palhaços quem no final do espectáculo
se tapam com o chapitô
e se amam como ninguém neste mundo.
Despojando-se das perucas coloridas
E dos trajes vistosos que formam um arco-íris no leito.
Com a sua maquilhagem corporal podem-se lubrificar
E com os truques lúdicos
atingir o orgasmo.

O amor entre contorcionistas é o mais sublime.
Os dois conscientes da sua flexibilidade,
ao dar e receber
elasticamente
enredam os seus corpos
chegando aos recantos mais inverosímeis
do prazer.

Quando um domador e uma domadora de leões se amam,
rechaçam os seus corpos:
são chicotes dos seus corpos feras.
Saõ dominantes dominados que dominando se dominam.
São bestas à procura do domínio
dos seus sexos dominantes
dominados de dominadores de leões.

Os malabaristas quando se amam,
usam toda a sua destreza
para passar de uma mão à outra:
as maças do sexo.
Os malabaristas fazem malabares à morte
e entretêm o tempo enquanto fazem amor.

Quando se amam, por exemplo, os apresentadores do circo,
tendem a apresentar:

suas ânsias, suas debilidades,
mas sobretudo
apresentam os seus corpos
-público excitado-
Diante da expectativa dos seus sexos.