Mostrar mensagens com a etiqueta silvia madero. Mostrar todas as mensagens
Mostrar mensagens com a etiqueta silvia madero. Mostrar todas as mensagens

22 julho 2018

silvia madero


La colina de los hombres rotos

En la prisión nadie está triste. Detrás de los barrotes, pero nadie triste. Un olor metálico se va diluyendo como una serpiente que no menea su cascabel, porque cuida el sueño de los hombres que duermen sobre su corazón de piedra. La yema quiebra como el ojo cuando lagrimea y no hay cortinas, solo barrotes, que los sequen. Pero nadie está triste. Es una lluvia interna solamente. Nadie está triste, dice el celador a veces fuera o a veces dentro. Poco importa donde esté, si nadie está triste. El suelo cede, cariñoso, el paso a la noche en que se desfondan suelas de zapatos. Ya no hay pensamientos de fábricas y piernas de mujer, el café con leche o los calcetines. El mal del sueño es ahuyentado por la grabadora en repetición que nos dice que nadie está triste. Y cedemos a escuchar sin hacerlo, mientras nos miramos las ropas grises de vergüenza. Pero no estamos tristes.

Estamos cansados, eso es todo.

A colina dos homens despedaçados

Na prisão ninguém está triste. Atrás das grades, mas ninguém triste. Um cheiro metálico vai-se diluindo como uma serpente que não abana o seu sino porque trata do sonho dos homens que dormem sobre o seu coração de pedra. A gema parte como o olho quando lacrimeja e não há cortinas, apenas grades para os secar. Mas ninguém está triste. Pouco importa onde se está se ninguém estiver triste. O chão cede carinhosamente o lugar à noite onde se afundam solas de sapatos. Já não há pensamentos de fábricas e pernas de mulheres, café com leite ou meias. O mal do sonho é afugentado pelo gravador em repetição que proclama que ninguém está triste. E rendemo-nos a ouvir isso sem o fazer, enquanto olhamos as roupas cinzentas de vergonha. Mas não estamos tristes.

Estamos cansados, isso é tudo.