Delirio de persecución
Las fibras de los cordones
se deshebraban como el deshojar de margaritas.
El herrete se había manchado de polvo.
A la orilla del macadán afloraron guijarros,
se descarrilaron las hormigas
al trasladar sus despensas,
violaron la fila india,
se enmarañaron en la punta de mis tenis,
me murmuraron advertencia.
No iba sola.
Aceleré el paso,
chasqueó la suela en el agua,
miré en el retrovisor al caminante persecutor,
escuché su jadeo hostigoso,
giré lentamente
y nadie se avizoraba en el camino.
As fibras dos cordões
desfaziam-se como se estivessem o desfolhar de margaridas.
A ponta metálica dos atacadores estava manchada de pó.
À beira do macadame afloraram seixos,
descarrilaram as formigas
ao mudarem as suas despensas,
violaram a fila indiana,
emaranhadas na ponta dos meus ténis,
murmuraram-me um aviso.
Não estava sozinha.
Acelerei o andamento,
estalou a sola na água,
vi no retrovisor o caminhante perseguidor,
ouvi a sua respiração ofegante de assédio,
virei-me lentamente
e ninguém se vislumbrava no caminho.
