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01 junho 2013

maría sotomayor



ekkert.

Avisé de la noche,
alguien se desajustaba el hueco
en los trozos arbitrarios de nada
queriendo exponer el calor
que una vez retuvo de infierno
y que volvió a ser luz suspendida
en la estructura de la ojera.

Ella miraba el ojo volcado,
tratando de corroborar la señal ociosa, es otra.
la máscara que descompone el ritual endémico
y el sudor omitido bajo la estampida etérea,

-el reflejo en su ínfimo fervor de los años-

No podía moverse sin nombrarse,
luego, desde su parsimonia sobrevive a la mujer dócil,
su impulso enardecido de transformarse en exacta,

o cuerpo levísimo cayendo hacia adentro.    

Un dedo es todo el recorrido que recuerda
desde la nuca hasta el ano,
abriendo en zanja el muslo en su delicado trayecto de detalles,

clavada,
languidecía en el revés de la ágil erección
emitiendo un pequeño susurro,
o en su defecto,
el blanco abrupto del cortejo alrededor de la muñeca.


ekkert.

Avisei da noite,
alguém desajustava o oco
nos esboços arbitrários de nada
querendo expor o calor
que uma vez reteve de inferno  
e que voltou a ser luz suspensa
na estrutura da olheira

ela olhava o olho revirado,
procurando corroborar o sinal ocioso, é outra.
a máscara de desfigura o ritual endémico
e o suor omitido sob a debandada etérea.

-o reflexo no seu ínfimo fervor dos anos-

Não podia mexer-se sem se nomear,
depois, da sua parcimónia sobrevive à mulher dócil,
o seu impulso enaltecido de se transformar em exacta,

o corpo levíssimo caindo para dentro.

Um dedo é todo o percurso que recorda
da nuca ao ânus,
abrindo em vala a coxa no seu delicado trajecto de detalhes,

cravada,
elanguescia no revés da ágil erecção
emitindo um pequeno sussurro,
ou no seu defeito
o branco abrupto do cortejo em volta da boneca.