Mostrar mensagens com a etiqueta diana del ángel. Mostrar todas as mensagens
Mostrar mensagens com a etiqueta diana del ángel. Mostrar todas as mensagens

05 agosto 2022

diana del ángel

 

Sialorrea

Sólo sé de mí por la saliva. En ese uno punto cinco litros compuesto por agua, bicarbonato y estaterina se condensa mi más puro reflejo. Salivo todo el tiempo. Salivo con un plato de lentejas, con las películas mudas, salivo cuando el ascensor se detiene en un piso inesperado, salivo cuando veo las pantorrillas de Estela subir las escaleras, salivo cuando el olor de las naranjas fermentadas provoca mis papilas, salivo cuando veo coches en doble fila, salivo cuando hace frío, cuando camino más de veinte cuadras, como los perros todo el tiempo mi saliva denuncia mis deseos. Intenté curarme, pero fue tanta mi desesperación que prefiero mil veces el sobrenombre de baboso que me han dado los vecinos. Babeante deberían llamarme, pues el ritmo de mi glándula parótida no cesa. Cargo a cuestas mi propio mar viscoso lleno de enzimas curativas, más potentes que la morfina, para calmar el dolor y cicatrizar cualquier cavidad femenina a la que me permitieran abocarme. ¡Reparo mucosas y heridas!, les diría a las mujeres si no se alejaran asqueadas por la profusión líquida en mi boca. He intentado hacerles ver las ventajas de un amante con mi salivación: ¡34 mil litros anuales prestos a formar las aguas del fornicio!



Sialorreia

Só sei de mim pela saliva. Nesse ponto cinco litros compostos por água, bicarbonato e estaterina condensam o meu mais puro reflexo. Estou sempre a salivar. Salivo com um prato de lentilhas, com os filmes mudos, salivo quando o elevador pára num andar inesperado, salivo quando vejo as panturrilhas de Estela a subir as escadas, salivo quando o cheiro das laranjas fermentadas provoca as minhas papilas, salivo quando vejo carros em fila dupla, salivo quando faz frio, quando ando mais de vinte quarteirões, como os cães todo o tempo a minha saliva denuncia os meus desejos. Tentei curar-me, mas foi tanto o meu desespero que prefiro mil vezes o apelido de babão que os vizinhos me puseram. Babante me deviam chamar, pois o ritmo de minha glândula parótida não cessa. Carrego às costas o meu próprio mar viscoso cheio de enzimas curativas, mais potentes que a morfina, para acalmar a dor e curar qualquer cavidade feminina que me permitissem abocanhar. ¡Reparo mucosas e feridas!, diria às mulheres se ellas não se afastassem enjoadas pela profusão líquida na minha boca. Tentei fazê-las ver as vantagens de um amante com a minha salivação: 34 mil litros anuais prontos a formar as águas do fornício!