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12 março 2021

ivanna zambrano ayala

 

A Ivonne Ayala

Estimada M:

De nuevo te escribo en la noche porque parece que no hay otro momento en el que desee comunicarme. Sigo aguantando esa sensación de vacío mientras pasa el tiempo y me vuelvo más vieja. En ocasiones me pregunto qué he ganado en mi vida para llegar siempre a la misma conclusión. Sólo quiero echarme en la cama para no salir de allí, mas siempre termino escapando de su red. Tengo la mala costumbre de “levantarme”. Interpreta esa frase como quieras.

No tengo apetito de leer, escribir ni de dibujar. No surgen “milagros” aunque lo intente. De cualquier modo, carezco de la motivación suficiente para persistir en esas tonterías, los oficios del alma que ya no me interesan…

Recuerdo cuando era joven. Me encontraba llena de ilusiones que ahora están rotas por la cantidad de rechazos y burlas que he sufrido desde pequeña. ¿Cómo podría haber sabido que me sucedería en ese instante, y en público? Nadie tuvo la molestia de oírme. Fui ignorada incluso por ti.

Y te escribo en la noche, soportando esa sensación de vacío mientras pasa el tiempo y me vuelvo más vieja. Siempre has omitido algún comentario sobre eso. A veces supongo que Dios me abandonó… Imagino que te acuerdas del episodio del tren, donde la gente también se rio de mí por culpa de esa maldita pastilla. En fin, tú sabes el resto. Todavía no me he curado.

La noche luce una inmensa oscuridad. Creo que tengo una “negrura” semejante en mi interior después de esos “eventos” tan desagradables. Nadie me comprendió. Luego ocurrieron los rechazos que causaron que al fin me recluyera para redactar tediosos artículos de mil palabras.

Y como los lobos que ansían devorar al sol y la luna, los recuerdos dan vueltas en mi cabeza… En un mensaje me sugeriste que buscara a Dios, pero qué podría brindarme Él. Te confieso que he pretendido ir a la iglesia, pero me llega a la mente lo del vagón y mis ganas se esfuman.

Insisto en esto, M: ¿qué he logrado yo? Estoy sin luces, apagada como la aurora que brotará luego para anunciar la llegada del día.

¿Y qué he alcanzado yo, M? Sí, ¿qué he alcanzado yo? No tengo ganas de moverme y sólo pienso en el ayer y en el paso del tiempo que me ha hecho más vieja.

Sí, carezco de luces y sólo tengo el boleto al mundo de la remembranza que me ofrece una minúscula llama a pesar de lo que te acabo de comentar…

Y el día y la noche danzan su eterno vals, mientras los lobos que corren por el cielo intentan atraparlos. Yo trato de volar con ellos porque tengo la mala costumbre de levantarme. Así huyo de las fauces de esa tristeza que me buscará para que te mande estas cartas entintadas con esa pequeña luz y esa fastidiosa oscuridad.


A Ivonne Ayala

Querida M:

Escrevo-te outra vez de noite por parecer não haver outra altura em que necessite de comunicar. Continuo a aguentar esta sensação de vazio enquanto o tempo passa e me torno mais velha. Há ocasiões em que me pergunto que coisa ganhei na vida para chegar sempre à mesma conclusão. Só quero deitar-me na cama e dela não sair, mas acabo sempre por ser refratária a esta rede. Sofro do mau costume de me “levantar”- Interpreta esta frase como quiseres.

Não tenho líbido para ler, escrever ou desenhar. Não aparecem “milagres” por muito que tente. De qualquer modo, careço de motivação suficiente para persistir nestas toleimas, ofícios da alma que já não me interessam …

Lembro-me de quando era jovem. Estava plena de ilusões agora estilhaçadas pela quantidade de rejeições e escárnios que sofri desde miúda. Como poderia ter sabido nesse instante e de forma pública? Ninguém se deu ao incómodo de me ouvir. Fui ignorada mesmo por ti.

E escrevo-te de noite, suportando essa sensação de vazio enquanto o tempo passa e me torno mais velha. Sempre omitiste qualquer comentário sobre isso. Às vezes suponho que Deus me abandonou … Imagino que te lembras da cena do comboio onde as pessoas também se riram de mim por causa dessa maldita pastilha. Enfim, sabes o resto. Porém, ainda não me curei.

À noite luz uma imensa escuridão. Acho que tenho uma “negrura” semelhante no meu interior depois desses “eventos” tão desagradáveis. Ninguém me compreendeu. A seguir aconteceram as rejeições que levaram a que por fim ficasse imersa na reclusão para redigir artigos entediantes de mil palavras.

E como os lobos que almejam devorar o sol e a lua, as lembranças dão voltas na minha cabeça… Numa mensagem sugeriste-me que procurasse Deus, que poderia brindar-me Ele. Confesso-te que pretendi ir à igreja mas vem-me à cabeça a coisa do vagão e as minhas vontades esfumam-se.

Insisto nisto, M : que consegui eu? Estou sem luzes, fundida como a aurora que vai nascer para anunciar a chegada do dia.

E que coisa consegui, M? Sim, que consegui eu? Não tenho vontade de me mexer e só penso no ontem e na passagem do tempo que me fez mais velha.

Verdade, careço de luzes e só tenho bilhete para o mundo da lembrança que me oferece uma minúscula chama apesar do que acabo de dizer...

E o dia e a noite dançam a sua eterna valsa enquanto os lobos que correm pelo céu tentam apanhá-los. Eu trato de voar com eles porque tenho o mau costume de me levantar. Assim fujo das garras dessa tristeza que me procurará para que te mande estas cartas tisnadas com essa pequena luz e essa irritante escuridão.