Ensayo sobre la piel de la patata y el sol
Si hablamos de la piel de la patata es decir de la carne de
la patata es decir del hueso blando y retorcido que hemos
arrancado de la patata que hemos ido deslizando poco a
poco por el cuchillo el cuchillo que escogimos mejor que
el pelador porque el pelador se atasca y está ya viejo hace
un ruido desagradable crac crac y arranca a trozos con
brusquedad la piel de la patata y el cuchillo resulta más
fácil de manejar el cuchillo se desliza por la patata como
una lengua se desliza con cuidado de no romper la piel de
arrancarla entera del cuerpo de la patata para que caiga
sobre la tabla sin resistencia que inevitablemente
caiga sobre la tabla.
El sol agradece la piel de la patata. El sol se expande y
se estira buscando las formas donde afincarse. El sol es
como el agua. El sol, como el agua, se adapta igual a un
vaso o a una presa o a mi piel o a la piel de la patata.
El sol sale por la ventana de la cocina y se esconde por la
ventana del salón. Cuando el sol está en su punto más alto y
yo me desplomo sobre el sofá con una mano en la barriga
con la mano en las tripas que me dejan vivir un día más,
el sol agradece la piel de la patata.
Entre mi piel —la piel que se queja desde el inmovilismo
del sofá del salón— y la piel de la patata —la piel que
aguanta el silencio desde la tabla de la cocina— el sol prefiere la piel de la patata.
Ensaio sobre a pele da batata e o sol
Se falamos da pele da batata, ou seja, da carne de
a batata quer dizer do osso macio e retorcido que
arrancámos da batata que fomos deslizando pouco a
pouco pela faca a faca que escolhemos melhor do que
o descascador porque o descascador emperra e é já velho faz
um ruído desagradável crac e arranca em pedaços com
brusquidão a pele da batata e a faca torna-se mais
fácil de manejar a faca desliza pela batata como
uma língua desliza com cuidado para não quebrar a pele de
arrancá-la inteira do corpo da batata para que caia
sobre a tabela sem resistência que inevitavelmente
caia sobre a tábua.
O sol agradece a pele da batata. O sol expande-se e
estica-se à procura de formas onde se adaptar. O sol é
como a água. O sol, como a água, adapta-se seja a um
copo ou a uma presa ou à minha pele ou à pele da batata.
O sol sai pela janela da cozinha e se esconde-se pela
janela do salão. Quando o sol está em seu ponto mais alto e
eu desabo no sofá com uma mão na barriga
com a mão nas tripas que me deixam viver mais um dia,
o sol agradece a pele da batata.
Entre minha pele - a pele que se queixa do imobilismo
do sofá do salão - e a pele da batata - a pele que
aguenta o silêncio na mesa da cozinha - o sol prefere a pele da batata.