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24 agosto 2018

leticia cortés


Él me habló de las plantas carnívoras.

Me dijo que era mentira que comieran moscas. Que la gente tiene una mala idea de ellas. Que en realidad son peces que se paralizaron en el sueño. Que a veces se suicidan, se autodevoran y luego se escupen. Me habló de sus tiernas fauces. De los sueños que tienen cuando flotan sobre pantanos. Me dijo que cuando es de noche la odre produce una sinfonía capaz de provocar la muerte de todo aquel que la escucha. Me dijo que hay quienes observan con detenimiento el borde de la trampa, que a veces resbalan y caen y una vez que la planta los atrapa mueren ahogados. Pero no. Es mentira que se alimentan de insectos. Es mentira que la lluvia los mata. El néctar del cuerpo que contiene bombea y vuelve a florecer una planta carnívora. Hay quienes confunden sus labios con puertas falsas, ventanas engañosas y es imposible no caer en la trampa. Él me habló de la odre. Me dijo que no era cierto que se alimentaran de moscas. Quise creerle. Me alejé de él. Algo en mí comenzaba a resbalarse en el borde. Temía caer y ahogarme. Estoy frente a esa puerta falsa. Frente a esa ventana sin salida. Estoy enamorada de esa planta carnívora. Y no soy mosca.

Ele falou-me das plantas carnívoras.

Disse-me que era mentira que comessem moscas. Que as pessoas têm delas uma má ideia. Que na realidade são peixes paralisados no sonho. Que às vezes se suicidam, se auto-devoram e depois se cospem. Falou-me das suas ternas goelas. Dos sonhos que têm quando flutuam nos pântanos. Disse-me que quando é noite o odre produz uma sinfonia capaz de provocar a morte de quem a escuta. Disse-me que há quem observe cuidadosamente a borda da armadilha, que às vezes essas pessoas resvalam e caem e assim que a planta as apanha morrem afogadas. Mas não É mentira que se alimentem de insetos. É mentira que a chuva as mata. O néctar do corpo que contém bombeia e volta a florescer uma planta carnívora. Há quem confunda os seus lábios com portas falsas, janelas ardilosas sendo impossível não cair na armadilha. Ele falou-me do odre. Disse-me que não tinha a certeza que se alimentasse de moscas. Quis acreditar nele. Afastei-me dele. Algo em mim começava a resvalar na borda. Temia cair e afogar-me. Estou diante dessa porta falsa. Diante dessa janela sem saída. Estou apaixonada por essa planta carnívora. E não sou mosca.