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09 abril 2023

begoña huertas

 

vivíamos en un organismo imperturbable que absorbía a todos e imponía sus ritmos repetitivos y su inercia. Un organismo pesado que rodaba sobre sí mismo sin avanzar


esa desconexión entre los sótanos y las plantas superiores tenía algo de hipócrita que resultaba violento. En los pisos de arriba ocultábamos los moratones que se nos formaban abajo


tengo la sensación de haber dicho que sí a todo durante aquella época. No sé si como quien expía un pecado o como quien está dispuesto a lo que sea con tal de minimizar conflictos y evitar añadir dolor al dolor


Tenía urgencia de un suelo seguro, de algo que me sostuviera. Un lugar donde morir a gusto. Entré allí como un ratón que se mete en un nido de víboras para estar caliente


me sentí languidecer, me tronché, como un tallo podrido, como si por dentro me hubiera vuelto de un gris parduzco


te quedas. Lo justificas. No me voy porque no quiero, te dices, el aislamiento es lo que deseas. Y sobre todo te dices que el desgaste es vida, que el interés es atención


Mi habitación cobró una extraña consistencia hueca, de cáscara que no protege de nada. Las membranas endurecidas de las paredes rodeaban el vacío propiciando la sombra fresca de una celda. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?


sé que lo que llamo yo es difuso y poroso, aunque a veces me sea inevitable pensar la piel como una barrera nítida, el cúmulo de carne, sangre y huesos como un muro, con el yo allí adentro, solo, como en una tienda de campaña donde se oyen risas a lo lejos




vivíamos num organismo imperturbável que absorvia todos e impunha os seus ritmos repetitivos e a sua inércia. Um organismo pesado que rodava sobre si mesmo sem avançar


essa desconexão entre as caves e os andares superiores tinha algo de hipócrita que estava violento. Nos pisos de cima escondíamos os hematomas que se formavam em baixo


tenho a sensação de ter dito sim a tudo naquela época. Não sei se como quem expia um pecado ou como quem está disposto a qualquer coisa para minimizar conflitos e evitar acrescentar dor à dor


Tinha urgência de um chão seguro, de algo que me sustivesse. Um lugar onde morrer de modo confortável. Entrei ali como um rato que se mete num ninho de víboras para estar quente


ficas. Justificas. Não me vou embora porque não quero, dizes a ti, o isolamento é o desejas. E acima de tudo dizes a ti que o desgaste é vida, que o interesse é atenção


O meu quarto adquiriu uma estranha consistência oca, de casca que não protege de nada. As membranas endurecidas das paredes rodeavam o vazio propiciando a sombra fresca de uma cela. Há quanto tempo estava ali?


sei que aquilo a que chamo de eu é difuso e poroso, embora às vezes seja inevitável pensar a pele como uma barreira nítida, o aglomerado de carne, sangue e ossos como uma parede, com o eu lá dentro, sozinho, como numa tenda onde se ouvem gargalhadas ao longe