Ya lo
advertiste.
Yo
duermo en un lecho de flores secas. Nada
puede
cultivarse
en esta tierra. Es por la humedad. Las
raíces
se confían, crecen ya podridas. Esa es la
condena,
está en el
origen.
Si las semillas germinan, teme, porque
nadie
podrá
salvar este campo.
Yo
duermo
en
un lecho de flores secas que crujen cuando
respiro.
Si
vas a quedarte
no
sonaremos.
Si
vas a quedarte
este
lecho será el silencio y el huerto yermo.
Ya
lo advertiste.
Volarán
proféticas golondrinas hasta tu cuarto,
se
desintegrarán pronunciándome y sabrás, es
el
castigo, es el castigo por lucir mi nombre en
el
pecho.
Los
valientes son los malditos.
La
indiscreción se paga con plasma infectado.
La
imprudencia se paga habitando el virus.
De
modo que la escena es la siguiente:
ella
(yo) armada como se arman los idiotas, ya
saben,
un
papel
algo
con lo que arruinarlo
una
coraza de viento
la
boca, eso sí, la boca
cubierta
por una cinta para que calle
cubierta
por una cinta porosa para que entre el
aire.
Ella
(yo) dice
de
acuerdo
asumo
silencio.
Vendrán
la enfermedad y el castigo.
Ya
lo advertiste.
De
modo que el discurso es el siguiente:
soy
demasiado joven para agitarme en el aire
pañuelo
de despedida blanco como las palmas
de
las niñas blanco
soy
demasiado
joven para no ser valiente
demasiado
joven para no ser estúpida
demasiado
joven para no estar maldita
soy
demasiado
joven
para
no dar de comer a la bestia
para
no alimentar desde estas manos blancas la
psicopatía
Vendrán
la enfermedad y el castigo.
Ella
(yo) estará esperando.
Já avisaste.
Eu durmo num leito
de flores secas. Nada
se consegue
cultivar nesta terra.
É da humidade. As
raízes confiam, crescem
já apodrecidas. Essa é a
condenação, está
na
origem. Se as
sementes germinam, teme, porque
ninguém
poderá salvar
este campo.
Eu durmo
num leito de
flores secas que rangem quando
respiro.
Se ficas
não soaremos.
Se ficas
este leito será o
silêncio e o horto ermo.
Já avisaste.
Voarão
proféticas andorinhas até ao teu quarto,
desintegrar-se-ão
pronunciando-me e saberás, é
o castigo, é o
castigo por luzires o meu nome no
peito.
Os valentes são os
malditos.
A indiscrição paga-se
com plasma infectado.
A imprudência paga-se
habitando o vírus.
De modo que a cena
é a seguinte:
ela (eu) armada
como se armam os idiotas, já
sabem,
um papel
algo com que
arruiná-lo
uma couraça de vento
a boca, isso sim,
a boca
coberta por uma
cinta para que cale
coberta por uma
cinta porosa para que entre o
ar.
Ela (eu) disse
yudo bem
assumo
silêncio.
Virão a doença e
o castigo.
Já avisaste.
De modo que o
discurso é o seguinte:
sou demasiado jovem
para agitar-me no ar
lenço de
despedida branco como as palmas
das meninas branco
sou
demasiado jovem
para não ser valente
demasiado jovem
para não ser estúpida
demasiado jovem
para não estar maldita
soi
demasiado jovem
para não dar de
comer à besta
para não
alimentar com estas mãos brancas a
psicopatia
Virão a doença e
o castigo.
Ela (eu) estará à
espera.