11 maio 2021

ketty blanco zaldivar

 

La milagrosa


Tu hijo, acaso trapecista, camina hasta ti por el

ombligo traspasando la bruma que eres.

Guiado por un seno de leche que no mana,

¿qué le darás entonces? ¿El gusano que se

enrosca en su garganta como un mal augurio,

y enturbia sus ojos de semilla? Di, Amelia,

¿qué sientes cuando él intenta abrir las manos

recién nacidas, y como un dedo atravesado en

el bostezo, se frustra el gesto por la piedra?

¿Tu corazón no se abre de ganas? ¿De dolor

por la leche, el aire que el sollozo pide. Sí, se

abre. Se abre tanto que al final estalla. Y

mujeres. No una, ni dos. Setenta veces siete.




A milagrosa


O teu filho, talvez trapezista, vai para ti pelo

umbigo trespassando a bruma que és.

Guiado por um seio de leite que não jorra,

Que lhe darás então? O verme que se

enrosca na sua garganta como mau augúrio,

e turva os seus olhos de semente? Diz, Amélia,

O que sentes quando ele tenta abrir as mãos

recém-nascidas, e como um dedo atravessado em

bocejo, se frustra o gesto pela pedra?

O teu coração não abre as pulsões? De dor

pelo leite, o ar que o soluço pede. Sim,

abre-se. Abre tanto que no fim explode. E

mulheres. Não uma, nem duas. Setenta vezes sete.