02 abril 2018

mónica ojeda


[*]


El tórrido aliento de un órice despierta la montaña,
te despierta con ella y despierta a los viejos leones:


es hora de almorzar.


Todos los días en tu mente habrá un desierto sepultando la calavera de la poesía;
la llevarás contigo al exilio para defenderte de la inclemencia de tu sombra
siempre extendiéndose con movimientos de astros oscuros sobre los senderos.


Tu sombra es el reflejo más antiguo de tu cuerpo.


Pero cada mañana la calavera de la poesía pesará un poco más que ayer.


La arrastrarás hacia la cima de la montaña como una constante de vapor
nublando los sentidos de los cazadores;
una amenaza que el viento cubre de arena y que barres con tu única ala.


Sus cuencas libres empañarán tu interior
y escaparás manchando de sombra un dolor antes temido:
una fiebre que reblandece los picos y tiñe la hierba con moscardones.


A pesar del fracaso no soltarás la cabeza del misterio:
la subirás a la montaña
con el peso de su mandíbula empujándote a los cuernos en manada.

Descansarás con ella en un nido improvisado.

Retozarás con sus cuencas abiertas a la noche.

No te curará la carne, pero al día siguiente será tu casa.



[*]


O tórrido fôlego de um orix acorda a montanha,
com ela te acorda e acorda os velhos leões:

é hora de comer.

Todos os dias na tua mente haverá um deserto sepultando a caveira da poesia;
levá-la-ás contigo para o exílio para te defender da inclemência da tua sombra
estendendo-se sempre com movimentos de astros escuros sobre os caminhos.

A tua sombra é o reflexo mais antigo do teu corpo.

Mas todas as manhãs a caveira da poesia pesará um pouco mais que ontem.

Arrastá-la-ás até ao cimo da montanha como um vapor constante
enevoando os sentidos dos caçadores;
uma ameaça que o vento cobre de areia que tu varres com a tua única asa.

As suas bacias livres enevoarão o teu interior
e fugirás manchando de sombra uma dor antes temida :
uma febre que suaviza os picos e tinge a erva com varejeiras.

Apesar do fracasso não soltarás a cabeça do mistério :
levá-la-ás à montanha
com o peso da sua mandíbula empurrando-te os cornos em manada.

Descansarás com ela num ninho improvisado.

Brincarás com as suas bacias abertas à noite.

Não te curará a carne mas no dia seguinte será a tua casa.