12 janeiro 2007

alejandra castro


ESTÁN ESTAS MEMORIAS

Están estas memorias
de gata enferma,
las persianas sucias y manchitas de sangre en el espejo del baño.
La mujer hincada frente a una enorme ventana
que da a la calle de abajo,
la tele prendida
y luces intermitentes
que traen y se llevan una sombra.
Está la poetita desnuda
con todos sus defectos cotidianos,
alquilando su muerte
a un posible fantasma
que la aguarda.
Está la orilla de la sombra
en su punto intransigente
y dibujado en la puerta
un péndulo incontenible
de rebelión que no se pudo.
Si no fuera porque te conozco
habría un filo de navaja en el suelo
o una cuerda colgando del horror.



Há estas memórias
de gata doente,
as persianas sujas
e pequenas manchas de sangue no espelho do lavatório.
A mulher de joelhos diante de uma enorme janela
que dá para a rua de baixo,
a televisão ligada
e luzes intermitentes
que trazem e levam uma sombra.
Há a pequena poeta nua
com todos os seus defeitos quotidianos,
alugando a sua morte
a um possível fantasma
que a espera.
Está a margem da sombra
no seu ponto intransigente
e desenhado na porta
um pêndulo imparável
da rebelião que não se praticou.
Se não fosse por te conhecer
haveria um fio de navalha no chão
ou uma forca pendurada no horror.



LOS EMIGRANTES

Los emigrantes a veces
abandonan sus desgracias en los trenes,
recorren la sangre absoluta
de una mujer degollada en sus confines.
Retoman los caminos de los libros
y el devenir de Fausto a la locura.
Se bañan en la lluvia de los parias,
en el andamiaje de la muerte
sus mentiras.
Salen a la luna los domingos
persiguiendo su regreso en los amigos.
Recorren las leyendas de la guerra
con una voz distinta
y sus casas son pájaros de sangre
para un insomnio desolado.
Los emigrantes, diminutos malheridos,
conocen del tiempo su afanosa venganza
mientras adquieren lejanías más ingratas.
Dibujan ventanas a sus ruidos,
escriben su historia
en las banquillas
y cocinan terquedades para nombres
que no vuelven y los hijos muertos.
Después desmienten pero nunca olvidan
y quieren volver y no vuelven.


OS EMIGRANTES

Os emigrantes às vezes
abandonam as suas desgraças nos comboios,
percorrem o sangue absoluto
de uma mulher degolada nos seus confins.
Retomam os caminhos dos livros
e o engolimento de Fausto pela loucura.
Banham na chuva dos párias
nos andaimes da morte
as suas mentiras.
Saem para a lua aos domingos
perseguindo o seu regresso nos amigos.
Percorrem as lendas da guerra
com uma voz diferente
e as suas casas são pássaros de sangue
para uma desolada insónia.
Os emigrantes, pequenos feridos graves,
conhecem do tempo a ofegante vingança
enquanto adquirem lonjuras mais ingratas.
Desenham janelas para os seus ruídos,
escrevem a sua história
nos mochos
e cozinham obstinações para nomes
que não voltam e para os filhos mortos.
Depois desmentem
mas nunca esquecem
e querem voltar e não voltam.