Hay un deseo que nace donde la carne ya no siente,
donde se agarra el
alma
a lo invisible.
Allí las bestias se
callan,
enmudecen su lamento
en el silencio
amaestrado.
Hay un deseo que no
es
de la piel,
ni de la boca.
Sólo de un lugar
que nadie conoce, en el que
como una bestia con
fiebre,
palpita el pobre
corazón humano.
Há
um desejo onde a carne já não carna,
onde
a anima se agarra
ao
invisível.
Aí
se calam as bestas,
emudecem
a sua queixa
no
silêncio amestrado.
Há
um desejo que não é
da
pele,
nem
da boca.
Vem
de um lugar que ninguém conhece onde
tal
besta com febre,
palpita
o pobre coração humano.