17 fevereiro 2019

carmen ruth boillos


Matria

La niña dibuja la felicidad
sobre el cristal que tamiza una verja.
Óxido que da color
al sudario helado de las calles.

El vaho borra la pintura de dedos,
la niña prosigue su tarea,
su juego.
Que se empañen los sueños es necesario
siempre que la luz nos devuelva un unicornio.

La vieja se asoma al ventanuco
aún no se ha regalado la nieve
y crepitan las sonrisas de la niña
para espanto de quien perdió las ganas
y se deshace por dentro
con tanto recuerdo ajado.

Hay ríos de hielo, nidos de escarcha,
ruinas de silencio herido
desnudas por un tímido sol de invierno.
El misterio desvelado galopa
sobre una vereda raída de miedos
una mañana confitada de recuerdos.

Ambas se miran con sigilo
(palpita la ternura intacta),
el hogar siempre es cálido.
Gira el azúcar en la taza
como en la vida el polvo de hadas.

Mátria

A miúda desenha a felicidade
sobre o vidro que peneira uma cerca.
Óxido que dá calor
ao sudário gelado das ruas.

O vapor apaga a pintura dos dedos,
a miúda prossegue a sua tarefa,
o seu jogo.

Que os sonhos se enevoem é preciso
sempre que a luz nos devolva um unicórnio.

A velha assoma à adufa
ainda não se ofereceu a neve
crepitam os sorrisos da miúda
para espanto de quem perdeu o desejo
desfazendo-se por dentro
com tanta lembrança envelhecida.

Há rios de gelo, ninhos de geada,
ruínas de silêncio ferido
despidas por um tímido sol de inverno.
O mistério desvelado galopa
por uma vereda desgastada por medos,
uma manhã cristalizada de recordações.

Ambas se olham com sigilo
(palpita a ternura intacta),
a mátria é sempre cálida.
Mexe o açúcar na chávena
como na vida o pó mágico.