03 fevereiro 2014

patricia úbeda

Escaparate de amapolas

Campo de deshidratación con el rojo químico
plomo en el labio superior
cancerígeno en mi estado de no-adolescencia
prematura.

Toca el daño superficial,
el médico escribe el diagnóstico
y yo me sujeto para no salir huyendo
del invierno que acaba morder mis tobillos
de sangre higiénica silvestre y santificada
por los glóbulos de la caída:

He escrito mis amapolas no-azules
y la sangre no me está devorando
porque me abre la garganta
un incendio de océanos
al desnudarme en una ausencia
de oxígeno.

Amapolas como nocturnas mariposas
que se alimentan
de metáforas, de máscaras de plástico
que traen el terror catártico
de mis podridos pensamientos,
con la agonía analgésica todavía a la espera
de vacunarme.

Hay amapolas en el nacimiento
de la soledad del realismo genético,
de la pérdida del fuego en la cicatriz
nº 30 en mi costado ferroso
imitación de un vértigo,
de una caída.
El lugar en que me llamo
aullido de cenizas de mis padres.

Amapolas en el plato de ducha
cogidas, aplastadas en mi mano,
deformadas con la saliva
por creer en el amor-cuadro gripal-faringitis,
por creer en lo que será
mi placenta de nombres de poetas apócrifos.

Amapolas pálidas
cuyo significado desaparece
en mis pechos mordidos
por el predicado bautizado en una noche anoréxica
de una emoción lila sexua,l
vomitada en el espejo de la sombra.


Escaparate de papoilas

Campo de desidratação com o vermelho químico
Chumbo no lábio superior
cancerígeno no meu estado de não-adolescência
prematura.

Toca o dano superficial,
o médico escreve o diagnóstico
e eu sujeito-me para não sair a fugir
do inverno que acaba mordendo os meus tornozelos
de sangue higiénico silvestre e santificado
pelos glóbulos da queda:

Escrevi as minhas papoilas não-azuis
e o sangue não me está a devorar
porque me abre a garganta
um incêndio de oceanos
ao despir-me em uma ausência
de oxigénio.

Papoilas como nocturnas borboletas
que se alimentam
de metáforas, de máscaras de plástico
que trazem o terror catártico
dos meus apodrecidos pensamentos,
com a agonia analgésica ainda à espera
de me vacinar.

Há papoilas no nascimento
da solidão do realismo genético,
da perda do fogo na cicatriz
nº 30 nas minhas costas ferrosas
imitação de uma vertigem,
de uma queda.
O lugar em que me chamo
uivo de cinzas dos meus pais.

Papoilas no recipiente do banho
colhidas, esmagadas na minha mão,
deformadas com a saliva
por acreditar no amor-quadro gripal-faringite,
por acreditar no que será
a minha placenta de nomes de poetas apócrifos.

Papoilas pálidas
cujo significado desaparece
nos meus peitos mordidos
pelo predicado baptizado numa noite anoréctica
de uma emoção lilás sexual,
vomitada no espelho da sombra.