29 dezembro 2009

agustina roca


EL EXTRANJERO

Un ave cruza el escenario, se pierde en el aire. ¿Qué es el aire? ¿Qué es el fuego? ¿Qué es la vida? Si hay vida ¿hay no vida? Vid vida vil vodevil. La mujer arrastra sus pies por el decorado, tropieza, se endereza, continúa. Zarza ardiendo entre los colmillos del zorro cazorro. Lluvia azotando los cristales. Agua que lava lavando agua que limpia limpiando agua que llora llorando agua saliva salivando. Agua aire fuego delego ego relego.

-¿Por qué balbuceas de ese modo, mujer?, dice el extranjero

Platón ¿da al extranjero derecho a ciudad? El desterrado se refugia en el escenario, espacio dónde a todos les falta un nombre. Espacio donde no lo miran como tal, ese que no tiene los mismos ojos ni los mismos secretos o enigmas de los lugareños. Ni la misma historia. La historia se repliega para el extranjero. El desterrado siempre observa. Ulises observa. Una lágrima cae de su ojo izquierdo y salpica el suelo que pisa. Lágrimas acarician pestañas. Mudas presencias en las nuevas tierras. Párpados caídos, ojos semicerrados, pestañas que arañan las imágenes que brotan en la hierba, se reproducen, se multiplican. Ulises sueña Ítaca, Ulises se hechiza con Circe, Ulises en las redes de Calipso, Ulises rodeado de sirenas, Ulises aprendiendo los enigmas de Troya, Ulises llora a la distancia la muerte de su madre, Ulises olfateando el sabor de Penélope y de Ítaca. Sus mares, sus árboles, sus duendes.

-Cuál es la frontera entre tu tierra y la mía?

Todo se fusiona. El pasado, el presente. La infancia, las voces de los padres. Escucha. Escucha y detecta tu lengua, sus raíces enmarañadas en tus intestinos. Sácala, muéstrala. Tu lengua, órgano vivo, sus tentáculos se incrustan en las voces de tu tierra que se fusiona con otras tierras y alimentan las palabras en que escribes. Magma hirviendo. La lengua es el origen. La lengua ES, en el destierro. Tu lengua eres tú, ella te cincela, dibuja tu rostro que se yergue sobre el escenario. Un rostro que los lugareños ven pero sus ojos desenfocan tus facciones. Cuando hablas, percibes sus miradas intentando descifrar lo que dices, extranjero. Tu presencia emana olor a otras tierras, extranjero. Tu presencia, un rostro que ellos pintan con su lengua, extranjero. Pero tú clavas tus garras en tu tradición poética y a medida que pasan las lunas le sumas tradiciones de los suelos que pisas. Debajo de ese secreto mestizo indio/negro/blanco te escondes. Te escondes en el escenario cuando sientes que no entienden tus palabras. Bella locura el lenguaje, el lenguaje desatado trotando entre cactus y desiertos. De golpe, cae el telón. Y tú aprovechas entonces para caer sobre el escenario y descansar. Para dejar de balbucear, de jugar en lo errante. Y allí tu lengua se alza y te levanta en espirales, te acuna, te susurra, te canta en los aromas de la infancia, allí en la pampa, cuando el sol se incrustaba con fuerza entre los teros de la laguna.

-De qué color es tu piel, extranjero?

¿Desde qué lugar de la periferia escribes? Sin embargo ahí, en la periferia, en el escenario donde habitan los marginados, encuentras tu centro, extranjero. Pasolini lo sabía

 

O ESTRANGEIRO

Um pássaro cruza o cenário e perde-se no ar. Que é o ar? Que é o fogo? Que é a vida? Havendo vida, haverá não-vida? Vid vida vil vaudeville. A mulher arrasta os pés pelo décor, tropeça, dirige-se, continua. Zarza ardendo entre os caninos do zorro cazorro.Chuva açoitando os vidros. Água que lava lavando água que limpa limpando água que chora chorando água saliva salivando. Água ar fogo delego ego relego.


- Porque balbucias assim, mulher?, disse o estrangeiro


Dá Platão ao estrangeiro direito à cidade? O refugiado refugia-se no cenário, espaço onde a todos falta um nome. Espaço onde não o olham enquanto tal, ele que não tem os mesmos olhos nem os mesmos segredos dos locais. Nem a mesma história. A história esquiva-se diante do estrangeiro. O desterrado observa sempre. Ulisses observa. Uma lágrima cai do seu olho esquerdo e salpica o chão que pisa. Lágrimas acariciam pestanas. Mudas presenças em novas terras. Pálpebras caídas, olhos semicerrados, pestanas que arranham as imagens que brotam da erva, reproduzindo-se, multiplicando-se. Ulisses sonha com Ítaca. Ulisses enfeitiça-se com Circe, Ulisses nas redes de Calipso, Ulisses rodeado de sereias. Ulisses aprendendo os enigmas de Tróia, Ulisses chora à distância a morte da mãe, Ulisses cheirando o sabor de Penélope e de Ítaca. Os seus mares, as suas árvores, os seus duendes.


- Qual a fronteira entre a tua terra e a minha?


Tudo se mistura. O passado, o presente. A infância, as vozes dos pais. Escuta. Tudo se mistura. Escuta e detecta a tua língua, as suas raízes emaranhadas nos teus intestinos. Tira-a, mostra-a. A tua língua, órgão vivo, os seus tentáculos incrustam-se nas vozes da tua terra que se mistura com outras terras e alimentam as palavras onde escreves. Magma a ferver. A língua é a origem. A língua É(s) no desterro. A tua língua és tu, ela cinzela-te, desenha o teu rosto que se ergue no cenário. Um rosto que os locais vêm mas onde os seus olhos desenfocam as tuas facções. Quando falas, percebes os seus olhares tentando decifrar o que dizes, estrangeiro. A tua presença emana cheiros de outras terras, estrangeiro. A tua presença, um rosro que eles pintam com a língua deles, estrangeiro. Mas tu cravas as tuas garras na tua tradição poética e à medida que as luas passam acrescentas-lhe tradições do chão que pisas. Sob esse segredo mestiço índio/negro/branco te escondes. Escondes-te no cenário quando sentes que não compreendem as tuas palavras. Bela loucura a linguagem, a linguagem desatada troteando entre cactos e desertos. De repente cai o telão. E tu aproveitas então para cair sobre o cenário e descansar. Para deixar de balbuciar, de actuar na errância. E ali a tua língua se alça e te levanta em espirais, embala-te, sussurra-te, canta-te em aromas de infância, ali na pampa, quando o sol se incrustava com força nos pássaros da lagoa.


- De que cor é a tua pele, estrangeiro?


De que lugar periférico escreves? No entanto, aí na periferia, no cenário onde moram os excluídos, encontras o teu centro, estrangeiro. Pasolini sabia disso.